jueves, 29 de septiembre de 2011

Historias Mínimas

Tu mirada.

Tu mirada me encuentra más allá del azogue y repite preguntas que no tienen
respuesta.
Como explicar, que la plaza se pintó de rojo y las palomas se espantaron de luto.
¿Sos vos o yo? El que mira hacia el cielo desde el desierto violento de la plaza.
Ululan sirenas y no son de cuento.
No sé qué hacer con los brazos vacíos. Ya no estás. Sí estás. En el espejo más
allá del ahora. Más allá de las balas.
El silencio sabe a lágrimas. Voy a guardar algunas en el puño cerrado, por si
llego a saber porqué llorarlas.
¿Qué hago frente a esta caja de madera que no puede contener tanta vida?
Todo era fiesta esta mañana cuando partimos con bombos y pancartas.
Mamá, como siempre aconsejando. Pobre santa. Aguantando la risa repetíamos:
-Me hago cargo, soy el mayor.
-Por diez minutos. Contestabas.
Así marchamos, espalda contra espalda.
¿Qué hago entonces con los puños cerrados y la boca sellada?
Si todo era un juego de niños, a quien grita más alto.
Huyeron.
Hasta los solidarios se volvieron ajenos y el sol, avergonzado se escondió, para no dar la cara.
Te vi caer sometido. Me partí en dos, cuando tus ojos mudos se cerraban.
Íbamos a regresar temprano de la plaza. No podías faltar a tu cita, que prometía noche de campanas.

////////////////



Aroma a Menta


La última vez que te vi, fue el sábado 20 de febrero a las 5 de la tarde. Lo anoté en mi libreta. En las paredes. En el nogal del fondo, que ha crecido tanto, apenas llegaba a mi cintura y hoy me cobija, mientras leo las noticias de los diarios y las cartas que me envían.
Dejaste un beso sonoro en mi mejilla. Llevabas una pollera azul y zapatillas blancas, las piernitas flacas, el pelo rubio y saltarín sujeto por un lazo rojo. Al día siguiente cumplías 12 años
Ibas camino a la plaza, que estaba de festejos. Canciones, payasos saltarines. Te gustaba la música. ¿Aun te gusta?
Pasaron 5 años y te sigo buscando. Removí tierra y piedras.
Entré a cuevas de ladrones, descendí a los infiernos, subí a los cielos.
Me dejaron sola. Ya no escriben tu nombre en primera página. Otros reclaman. El mismo dolor, la esperanza tibia, de los primeros tiempos. La misma culpa de no haberlo previsto.
En cada cueva de malvados que recorrí, encontré miradas cargadas de vergüenza. Aprendí del silencio y del martirio de tu ausencia.

Te busqué esa tarde entre la gente, no quería esperar al domingo para darte la sorpresa. Casi un año guardando monedas. Cinco años guardando tu regalo, un teclado mudo, tan inútil como yo.

Entre paredes oscuras, sin ventanas, donde lánguidas, vírgenes son crucificadas. Busqué tu rastro, aroma a menta del beso que dejabas en cada hasta luego.

Día a día, me pierdo en los fríos rincones de Internet. Te adivino, oculta en mil disfraces. Insisto. Temo, que ya no quieras verme. Quizá te duelan mis recuerdos. Quizá te lastime el pasado inalcanzable.
Cuando desando el camino del infierno, con los brazos vacios, con los ojos secos, me dejo vencer por la impotencia y abrazo flores, que dejo en los caminos de la plaza.

1 comentario:

  1. Ay, Dolo, ¡Qué historias TAN estremecedoras! Me has dejado muda, sin saber qué decir pero sintiendo un vacío y un dolor que se hace sostenido y agudo.
    Sabés, querida amiga, cuanto admiro tu manera de "decir", de contar. Esa magia que convierte simples y cotidianas palabras en un TODO; donde se entremezcla la realidad con los sentimientos, y la ficción con la verdad.
    Un fuerte y emocionado abrazoooooooo!!! Te quierooooooo, Dolo!!!

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