Por Dolores Fernández
Tecnología.
Del celular ,que la mujer oprime entre sus manos, sale un
mensaje, serpentea por los pasillos, sale a la calle, se cuelga de los paquetes
que carga una joven y desciende por una bolsa de manzanas, huye con la más
tentadora, baja las escaleras del subte clausurado por el paro de los obreros y sube por la escalera que desemboca
en la Avenida Uruguay, ronda por el kiosco de flores y cruza Corrientes con el
semáforo en amarillo, el asfalto caliente la pegotea pero llega a la vereda,
esquiva zapatos con plataforma y llega al Bar donde un grupo de hombres, ven el
partido de la Selección en una gran pantalla, allí toma un respiro y sube por
la pata de la silla hasta llegar a la altura del bolsillo del hombre, qué en
ese momento, se lleva a la boca la taza de café, humeante lo sacude con un sonido agudo ,insiste, hasta que la mirada
se prende en la imagen de la ecografía
3D.
…
Expiación
Despierto de la noche sin sueños,
el sol me abofeteo,
me enrede entre las hojas de la vid.
Tú te ocultas,
en la oscura maraña de un presente nonato.
Fallido fue mi intento,
en la noche postrera,
no me recuerdas.
Cobarde, tembloroso gigante mentiroso,
cierras los ojos.
Anulas la memoria.
Esperaré que maduren las uvas,
correré por tu garganta,
te embriagaré el corazón,
lo arrancaré y
saldaras tu deuda.
Camino de hormigas
Por Dolores Fernández
Triste y confusa,
desciendo del tren
las hormigas oscuras
van y vienen indiferentes.
Sola ,con mi mochila azul
y mi infancia que huye
jugando a la rayuela.
Con los brazos huérfanos de abrazos.
La mirada perdida
detrás de las gafas oscuras,del destino
La duda oprimiéndome el cuello.
Con el símbolo de la paz que es solo un símbolo.
No hay opción,
debo seguir el camino de las hormigas,
ser una más en un camino de cemento.
------Destino.
Siento el cuello estirado como si hubieran
presionado hasta lograr que mi cabeza se aleje del cuerpo. Será por eso que me
siento perdida en tiempo y espacio. No escuche la alerta mañanera, soy madrugadora,
me preparo antes que llegue el sol, acomodo el cuerpo, picoteo el desayuno. Algo pasa, los sonidos se aquietan contra un
almohadón de plumas, solo de pensarlo me asusta. Los sonidos de mi espacio
desaparecieron, no hay canturreo. La voz de barítono del jefe, no se escucha.
Alguien se acerca. Hoy tienen invitados. Me
estiro por última vez. Aleteo.
Voy a desplumar la antes que se enfríe, así
me ahorro ponerla en agua hirviendo. Lo
aprendí de mi abuela, la receta de la cazuela también.
Mascota
Ella, tomó la extraña costumbre de caminar
sobre las copas de los árboles. Saltaba del balcón y con pasos largos llegaba
hasta los jacarandaes que custodian las vías. Mientras los trenes, gusanos
herrumbrados ,cargados de racimos de carne de cañón desfilaban detrás de soles
indiferentes. Cuando la luna corría las cortinas y se acomodaba coqueta en su
balcón, ella, volvía hambrienta buscando el olor de la casa. Entraba por el
pasillo anochecido hurgando en los rincones. Solitaria lamía sus heridas. Las
horas la veían agazapada en inútiles esperas, rememorando ratones en fuga, solo presentes en
caricaturas de tv. Las lluvias ,que oxidaban los trenes e inundaban las calles,
la veían prisionera detrás de las
ventanas tratando de responder a
maullidos lejanos.
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