jueves, 30 de junio de 2011

De Todo Como en Botica...

El Acuario.


Diciembre, mañana de calor. Nubes de luto.
Estoy a salvo; espectador pasivo en la fresca calma de la casa.
Entre mate y mate organizo los últimos trabajos del año. ¡Baa! Los últimos lances para que me editen un libro, una mención, en fin lo que se pueda.
Me sobresalta un extraño chapoteo, en el acuario, los peces dan saltos acrobáticos, una carpa naranja termina su acto sobre la mermelada. No logro entender lo que sucede. Mis mascotas, haciendo un piquete.
Cuidarlas es el mejor método para calmar mis tensiones.
El agua salpica no logro concentrarme.
Trato de alejar los papeles, de la lluvia, que provocan los peces.
Siento miedo, es imposible salvar mis notas.
En la bandeja, da los últimos coletazos el pez naranja.
Trato de salvarlo. Una descarga eléctrica me quema la mano. Logro tomarme de la silla. ¡Gracias a Dios es de madera!
Razono: una falla en la conexión. Intento llegar al interruptor.


Se desata la tormenta. Me distraigo. Resbalo en el piso mojado. En la pecera relámpagos naranjas. En la calle oscuridad.
¡Dios!
Un minuto, solo un minuto, para lograr la calma, para terminar con el caos que me rodea.
Algo me quita el aire. Es pegajoso y frío. Tiene olor a charca. No puedo respirar.
Intento aflojar el nudo que ahoga sin clemencia. Estoy de rodillas.
Un rayo atraviesa el espejo.
Veo mi rostro amoratado, los ojos saltando de las orbitas, como buscando en el espejo la salvación.
En mi cuello, dedos de uñas negras oprimen sin cesar.
Los últimos vestigios de lucidez me permiten que reconozca al atacante.

La pequeña, inofensiva, graciosa, rana albina.
Oprime, oprime, oprim...

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